La microbiota es una comunidad de más de 100 billones de microorganismos que viven en tu intestino. Su función es crucial: ayudan a digerir fibra y nutrientes, producen vitaminas como la K, B12 y B9, fortalecen el sistema inmune, regulan el estado de ánimo y aportan energía. Sin embargo, su equilibrio puede alterarse fácilmente por factores como el uso de antibióticos, el estrés, una dieta alta en azúcares y ultraprocesados, la falta de fibra y los trastornos del sueño. Cuando la microbiota se desequilibra, los síntomas más comunes incluyen hinchazón, fatiga, malestar digestivo y ansiedad.
Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios para la salud, principalmente restaurando y manteniendo el equilibrio de la microbiota intestinal. Actúan reforzando la barrera intestinal para reducir la entrada de toxinas e inflamación, modulando la respuesta del sistema inmune, produciendo compuestos bioactivos como los ácidos grasos de cadena corta, y participando en la comunicación entre intestino y cerebro a través del eje intestino-cerebro.