Las dietas aceleradas y forzosas envejecen nuestro cuerpo y solo nos debilitan. Hay que ser conscientes de que todo lo que hagamos ahora se reflejará siempre. Es claro que para adelgazar se requiere de esfuerzo y constancia puesto que no hay dieta milagrosa, ni pastillas mágicas. Sólo se puede adelgazar comiendo saludablemente y alternando la alimentación con algún deporte o actividad física.
No obstante, debemos apartarnos de pensamientos errados como mantener la línea a punta de excesivos sacrificios o dejar de comer, y acostumbrarnos a una dieta y con ello nos mantendremos sanos todos los días. Cada organismo es distinto, somos únicos, y lo que puede ser eficaz para algunos en otros quizá no tenga efecto. El mito depende en gran parte de la constitución física de cada uno y del conocimiento de su propio cuerpo.
Existen ciertas reglas generales que no se pueden pasar por alto. Por ejemplo, ser conscientes de que el organismo transforma los alimentos en energía y en productos de desecho. A esta energía la llamamos calorías. El cuerpo humano almacena los alimentos de forma de hidratos de carbono representados en azúcar, en los lípidos, que son las grasas y también en las proteínas. Cuando nos ejercitamos obtenemos energía de los azucares y los lípidos. Cabe recordar que los azucares solo son expulsados con el sudor.
También se gasta energía trabajando, comiendo, haciendo digestión, subiendo escaleras, hablando y hasta durmiendo. Para afrontar ese gasto de energía, necesitamos, lógicamente, comer y beber, aunque el cuerpo es previsor y tiende a guardar energía para lo que pueda pasar. Lo verdaderamente importante es saber que si introducimos más energía de la que gastamos tendremos sobrepeso.
Para tener en cuenta a la hora de decidirnos a adelgazar:
1. No a las dietas milagro: Estas dietas adelgazan, pero tan pronto se dejan recuperamos todo, ya que con ellas se pierde grasa y músculo que más tarde volverán convertidos en más grasas.
2. No refugiarnos en la comida: Ponemos nuestros sentimientos como excusa y parar calmar nuestra ansiedad. El alimento no debe usarse como consuelo, ni como una forma de afrontar los problemas. Eso a largo plazo solo mermará nuestra autoestima y nos llevará a un círculo vicioso.
3. Ser realistas: No mentalizarnos con la figura perfecta, sino pensar en estar sanos y en forma. Otras metas irán apareciendo en tanto mantengamos una buena alimentación como parte de la rutina diaria.
4. No apresurarnos: Las dietas aceleradas causan problemas de salud; además, no nos permiten tonificarnos, ya que perdemos peso demasiado rápido. En estas dietas se disminuye más músculo que grasa. Lo ideal es perder 500 gramos por semana.
5. Implicarse: Debemos ser conscientes de las razones que nos llevaron a tener sobrepeso, de este modo cambiaremos los hábitos que nos resulten perjudiciales. Si no lo hacemos, las dietas no servirán de nada.
6. No engañarnos: El factor genético o problemas de salud pueden influir en la ganancia de peso, pero no debe ser excusa para no comer sano y no practicar algún tipo de ejercicio. El sobrepeso en la mayoría de casos se debe a dietas y formas de vida poco saludables.
7. Disfruta al alimentarte: Mastica despacio. El efecto saciante llega aproximadamente a los 20 minutos de haber empezado a comer. Al masticar mejor no nos llenaremos con tanta facilidad y la digestión será mucho más fácil.
Si desearnos ayudarnos con pastillas adelgazantes lo ideal es que funcionen como un completo a nuestra decisión de bajar de peso y ser conscientes de que por sí solas no lograrán este objetivo.
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