Una alimentación balanceada es el pilar fundamental en la prevención de enfermedades , a través del fortalecimiento de nuestro sistema inmune. Enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, algunos tipos de cáncer, enfermedades respiratorias y de la piel están vinculadas directamente a los alimentos que consumen, por ello hay que atender nuestra alimentación de una manera más consciente.
Nuestro organismo tiene una gran capacidad adaptativa al cambiante ambiente en el que nos movemos, debido, entre otros, a la contaminación ambiental, los conservantes y los alimentos tratados genéticamente; sin embargo, nuestro sistema inmunológico debe estar fuerte. En palabras, la malnutrición por defecto o por exceso puede alterar este equilibrio.
Somos una sociedad sobrealimentada y paradójicamente malnutrida
La alimentación actual proporciona gran cantidad de alimentos de escasa calidad nutricional y alta densidad calórica. Por ello debemos atender un poco más a los alimentos que proporcionan la tierra, es decir, los que menos han sido sometidos a industrialización, como, por ejemplo, frutas, verduras, legumbres y proteínas animales de tipo orgánico.
Si bien en ocasiones resulta más costoso consumir productos orgánicos que industriales, sin duda, tu salud agradecerá este esfuerzo.
Para comer natural hay que huir de los productos preparados y con muchos aditivos. Evita a toda costa las grasas cárnicas y lácteas, los productos enlatados, los azúcares añadidos y las harinas refinadas.
Hábitos saludables en cada etapa de la vida
En la infancia. Inculcar hábitos saludables desde la edad escolar es fundamental para construir una buena salud en la etapa adulta. Planificar es la primera clave del éxito a todo nivel ; la obesidad y las enfermedades en dependencia general en 30% de la herencia genética y el resto, de la alimentación. Hay que erradicar totalmente los jugos procesados, los snacks con alto contenido de sodio y colorantes, las grasas y los dulces. Las frutas, las verduras y las legumbres frescas, los pescados y las carnes magras deben estar siempre a la orden del día. No envenenes a los niños con el cuento de que “un dulce de vez en cuando no les hace daño”.
En la adolescencia. Esta es una etapa de crecimiento y desarrollo, en el cual se hace indispensable cubrir los principios básicos de nutrición ya mencionados, para evitar carencias nutricionales. Sin embargo, los adolescentes suelen tener una alimentación inadecuada, basada en un alto consumo de alimentos industrializados (papas fritas, snacks, pizzas, empanadas, gaseosas, entre otras comidas rápidas) y un pobre consumo de frutas y verduras. Por otro lado, debido a las redes sociales y la necesidad de mostrar una imagen corporal “perfecta”, algunos adolescentes pueden pasar por etapas de no comer para adelgazar, por lo que pueden llegar a la anorexia o, por el contrario, comer descontroladamente y llegar a la bulimia, y otros tantos a la obesidad. Su alimentación debe ser variada, no debe comer siempre lo mismo. En esta etapa e s importante el consumo de lácteos, proteínas, v egetales y frutas. Los c arbohidratos deben serla mitad de las calorías de la alimentación. Otro alimento que aporta nutrientes es el huevo, por lo tanto, es recomendable incluir uno o dos al día. En esta etapa evita a toda costa ser vegano o vegetariano .
En la etapa adulta. Cuando un adulto comienza su vida laboral, suele cambiar su gasto calórico, pues ya no necesita la misma cantidad de energía que en la etapa de crecimiento, y muchas veces la vida se vuelve más sedentaria. Por ello es importante adquirir buenas rutinas de actividad física y aprender a organizar las comidas para evitar el exceso de calorías que nos lleven a ganar peso.
La alimentación dependiente de la edad, la complexión física y el tipo de vida que desarrolle (sedentaria o activa) Los horarios de las comidas deben ser siempre los mismos, haciendo tres comidas principales y dos meriendas. Las mujeres experimentan una mayor cantidad de cambios en la edad adulta, y hay que estar atentos a los cambios durante el embarazo, la lactancia y la menopausia.
Como siempre lo hemos recomendado, consulta a un especialista para saber cuál es el estilo de alimentación que mejor se adapta a tus necesidades nutricionales.