La energía que sale través de la radiación solar, puede causar daños, a veces irreparables, en las células de nuestra piel, específicamente en su núcleo (que es como su corazón). En el núcleo se encuentra almacenada toda la información vital de las células, por lo tanto, si este se daña la célula también.
No todos los rayos del sol son prejudiciales. El Sol emite varios tipos de rayos: cósmicos, gamma, X, infrarrojos, ondas de radio y los ultravioleta (RUV), que son la fracción de los rayos que más pueden lastimar nuestra piel. Los rayos ultravioleta se denominan RUV A (de onda larga), RUV B (de onda media) y RUV C (de onda corta), pero solo los dos primeros llegan a la superficie de la tierra y pueden dañar las células de nuestra piel.
La exposición solar permanente puede ocasionar:
- Fotoenvejecimiento de la piel: corresponde a la aparición de arrugas y manchas, pérdida de brillo, humedad y elasticidad por efecto de los RUV.
- Fotocarcinogénesis o cáncer de piel: Existen tres tipos de cáncer de piel relacionados con el sol: el carcinoma basocelular, el escamocelular y el melanoma. Los dos primeros pueden ser tratados satisfactoriamente siempre y cuando el diagnóstico sea temprano y el tratamiento se inicie de manera oportuna; pero el melanoma es un tipo de cáncer muy agresivo y no produce dolor, picazón o ardor.
Considera estos dos factores antes de exponerte al sol:
- Conocer el tipo de piel. Las personas con un tono de piel más oscuro tienen mayor cantidad de melanina, por lo tanto mayor tolerancia al sol y viceversa.
- Ubicación del sol. Se debe conocer la hora del día, la ubicación geográfica y el lugar donde se va a exponer al sol, pues hay circunstancias en las que los RUV pueden hacer más daño, por ejemplo:
- El Cenit: entre las 10am y las 4pm la radiación solar es la más directa, intensa y dañina del día. Esto es independiente de si el día está despejado o nublado, pues los RUV atraviesan las nubes.
- Latitud: entre más cercanos estemos a la línea del Ecuador, más radiación solar recibiremos por la ausencia de estaciones.
- Altitud: A mayor altura, mayor será la radiación que recibimos, por tanto es mayor el riesgo en las montañas que a nivel del mar.
Hoy por hoy, afortunadamente existen los protectores solares, que son sustancias que a través de un efecto físico (actuando como barrera) o químico (absorbiendo los RUV) evitan que nuestras células sufran los daños causados por el sol; sin embargo, algunas veces no es tan sencillo elegir el apropiado, por eso recomendamos la asesoría de un dermatólogo ya que hay que pensar en varios factores; por ejemplo, hay que pensar en el fototipo, hay que saber cuál es el tipo de piel (grasa, normal o seca); si la persona sufre o no de enfermedades causadas por el sol, si es alérgica a alguno de los componentes del producto y en la ocasión para lo cual se va a utilizar (si nos vamos a broncear en la piscina, en la playa, haciendo deportes acuáticos, etc) o simplemente si nos vamos a proteger como rutina diaria.
Encontramos bronceadores y protectores que anuncian en su envase tener SPF (en inglés Sun Protection Factor) o FPS (en español Factor de Protección Solar). El factor de protección solar es una medida relativa que resulta al comparar el tiempo de exposición al sol antes del enrojecimiento (cuando se tiene aplicado el bloqueador) y cuando no se aplica. Es decir que aplicando bloqueador SPF10 en un tiempo de 10 minutos de exposición, obtendremos 100 minutos de protección adicionales. El factor (SPF) más alto que existe es SPF64 y protege absorbiendo los RUV casi en un 99%.
Para una protección solar adecuada es recomendable usar un factor SPF30 y SPF50. Artemisa te invita a gozar y disfrutar del sol con productos de excelente calidad.
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