Salud y dinero, una relación explosiva.

Hace algunos años llegó a mis manos un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el que me llamaron la atención principalmente dos cosas: la primera, que la OMS hacía abierta alusión a los efectos que el dinero puede tener en la salud física y mental de las personas. La segunda, que el problema es mucho más serio de lo que imaginaba.

El documento al que hago referencia contenía una escalofriante estadística: el estrés podría convertirse en la causa número uno de muerte para el año 2020; estrés originado en asuntos por lo demás insólitos, como escasez alimentaria, cambio climático, y una alta proporción, por la crisis financiera mundial (ya presente en 2008), su impacto y secuelas en la vida de las personas.

Frases como las siguientes, extraídas de la transcripción de uno los discursos de la OMS, capturaron mi interés:

“Con una atención de salud cada vez más cara y unos sistemas de protección financiera desorganizados, los gastos personales en salud hunden cada año a más de cien millones de personas por debajo del umbral de pobreza”. Si analiza- mos con detenimiento, esto podría significar que cada año más de cien millones de personas se convierten en pobres porque no pueden pagar sus gastos médicos. Esto me llevó a pensar en los estudiantes de nuestros seminarios y en nuestros lectores.

¿Estamos preparados para enfrentar una contingencia médica de esas que cuesta un ojo de la cara, llena de costos no incluidos en los sistemas de salud a los cuales aportamos?

La educación financiera puede ser una herramienta para crear patrimonios sólidos que nos respalden y que, de ser necesario, puedan salvar la vida de algún ser querido. Hace pocos meses conocí la historia de un colombiano que ahora está radicado en Estados Unidos por razones médicas; su hija, recién nacida, tenía problemas tan serios que debieron internarla en un hospital durante mas de cien días practicarle varias cirugías. La cuenta por concepto de gastos médicos superó los setecientos millones de pesos colombianos, que debían ser pagados al final del tratamiento.

Ninguno de los gastos fue cubierto por el Plan Obligatorio de Salud, ni por su póliza de medicina prepagada; el 100% tuvo que ser desembolsado de fondos propios con los que, afortunadamente, contaba este hombre. “Gracias a Dios en todos mis años de actividad, mientras trabajaba iba creando un patrimonio que me permitió pagar los gastos de mi hija y además conservar nuestro estilo de vida”, fue lo que me respondió cuando discretamente le pregunté cómo había hecho para solventar esa situación.

¿Podrías tú dar una respuesta parecida? ¿Pueden tus finanzas salvar la vida de tu hijo? Para hacer énfasis en cuán grave puede ser esta situación, transcribiré textualmente un aparte de otro informe de la OMS:

“La deuda médica es la causa principal de quiebra económica personal en los Estados Unidos de América. En 2008, investigadores de Harvard llegaron a la conclusión de que la enfermedad o las facturas médicas, habían contribuido hasta en un 62% en las quiebras del año anterior (2007). Muchas de estas personas tenían algún tipo de seguro médico, pero la cobertura era insuficiente para protegerlos de los elevados desembolsos…”*

Ahora, reitero mi pregunta: ¿Estás preparado para una situación así? Si llegara a ocurrir, ¿cómo lo sortearías? Durante todos tus años de trabajo, ¿qué patrimonio has construido? Si a todo lo que tienes, le restarás todo lo que debes, ¿cuánto te quedaría? Este es uno de los temas que más impacto genera en nuestros seminarios en vivo. Cada persona en privado responde a estas preguntas y desarrolla ejercicios para encontrar la respuesta. No son pocas las que quedan en shock al darse cuenta que han estado laborando diez, veinte o más años y han construido un patrimonio que no hace honor a tanto trabajo, o peor aún, no han construido nada.

*Tomado de: www.who.int/entity/whr/2010/10_chap01_es.pdf

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